miércoles, 2 de abril de 2014

El estudio

Algunos ya sabéis que por vocación, hace ya unos cuantos años decidí estudiar la carrera de Periodismo. Soy Licenciada en ese área, pero muchos antes de finalizar mis estudios no me permitía cometer faltas de ortografía en mis escritos, sabía usar perfectamente el subjuntivo y no tenía problemas con las bes y las uves.

Por mi afición a la lectura desde mi más tierna infancia, no sólo desarrollé mi imaginación mucho más que los niños que miran los libros con una mezcla de asco y miedo, aprendí a escribir correctamente. Mis profesores me enseñaron las reglas básicas de la gramática (que si me las preguntáis a día de hoy no sabré repetirlas de memoria), y gracias a ello no tengo problemas para aplicarlas.

Sinceramente, aún dudo en algunas palabras y algunas tildes siempre me dan quebraderos de cabeza, pero es un mal menor de rápida solución con sólo escribir la palabra de maneras diferentes.

Ayer leí en un periódico que un catedrático de una Universidad había decidido, debido a su indignación, colgar en las redes sociales una página de un libro de texto de su hija. La niña estudia 5º de Primaria y entre el temario que debe conocer para sus exámenes, se encuentra una lección al respecto de cómo escribir correctamente... ¡en el móvil!

Les explica que deben acortar las palabras lo máximo posible: "tq" por "te quiero", "k" por "que", "ymame" por "llámame",... Así mismo les explica como escribir palabras en inglés, tal cual suenan: "plis" por "please", y su reflexión final es que si se entiende, está bien escrito.

Que digo yo, que entender un texto con una capacidad mínima de comprensión lectora no es complicado, pero lo ideal sería que al leerlo no te sangraran los ojos por la falta de tildes, signos de puntuación o patadas gramaticales al diccionario en cada palabra. 

Recuerdo cuando, hace años, no existía el Whatsapp, ni el Line, ni el Telegram y nos comunicábamos mediante mensajes de texto. En aquella época era imprescindible acortar todo lo posible las palabras, a fin de incluir en un sólo sms todo lo que deseábamos contar. A día de hoy, sin embargo, el número de caracteres no está limitado y no veo cuál es el problema para escribir todas las letras, incluyendo los puntos, comas, acentos etc...

Otra cosa que se me escapa es el por qué de cambiar las letras. Me explico. Quizás poner "porque" parezca demasiado largo (¿se os cansan los dedos de escribirlo entero?), pero su apócope debería ser "pq", y no "pk", ya que en ninguna parte de la palabra aparece una letra k. Puede que muchos niños, conozcan bien las normas de la ortografía y la gramática española, pero creo que ese nuevo código tecnológico confunde a muchas mentes en plena formación académica.

Los más recientes estudios acerca de educación, no dejan a España en un buen lugar. Nuestro sistema educativo prima el recuerdo de fechas, nombres y hechos, en vez de la comprensión. Los exámenes no se hacen para valorar los conocimientos generales que se tienen sobre una materia, sino el estudio sistemático, aburrido y "de memoria" de páginas y páginas que los niños no comprenden. 

Los maestros, cada vez más cansados de condiciones laborales que no hacen más que empeorar, han perdido la ilusión por conseguir que los niños escuchen las lecciones extasiados.

La historia es el pasado de nuestro mundo, el por qué estamos donde estamos y somos lo que somos. La geografía, nos explica la razón de que los árboles sean más verdes aquí que en el desierto, de que en el sur de España siempre haga mejor clima que en el norte. El inglés nos ayudará a movernos por el mundo sin problemas. Las matemáticas consiguen que no nos engañen en las facturas de mayores. Las ciencias naturales te enseñan a saber lo que te duele cuando comes mucho, qué parte de tu cuerpo hace que no olvides lo que viste ayer en la televisión, o el por qué de que tus ojos sean avellanas (y no azules como los de mamá). La lengua castellana hace que podamos entender las millones de historias que narran los libros, que te llevan de viaje por cualquier lugar y época que sueñes. Y así cada asignatura.

Si le preguntas a un niño, te dirá lo mismo que el resto. "Estudiar ésto no vale para nada". No comprenden la aplicación que lo que leen hoy puede tener en su vida mañana. No lo entienden, porque nadie se lo explica.

Los profesores, van a clase, explican la lección (en el mejor de los casos, porque en otros se sientan y leen), hacen exámenes y los puntúan. No se valoran a sí mismos en cada fracaso de un estudiante. ¿Es siempre culpa del alumno el obtener malos resultados? Quizás la falta de motivación haga que algunos niños no le dediquen tiempo a las tareas, ni al estudio.

La culpa de los malos resultados es común y compartida. El niño que no estudia lo que debería, los padres que no obligan a crear hábitos, los profesores que no motivan, el plan de estudios que coarta la imaginación, la sociedad que no valora en su medida los buenos resultados, los libros que más que enseñar pervierten las mentes infantiles...Todos somos un poco culpables y echar la "pelota" fuera no vale más que para conseguir una generación de niños con fracaso escolar, de jóvenes frustrados y de adultos viviendo en la mediocridad.

Cerebro dividido

El corto "Cerebro dividido" explica el porqué del extraño comportamiento de los hombres. ¿Qué opináis?

https://www.youtube.com/watch?v=rD2VnQcGbI0

martes, 1 de abril de 2014

¿Y los niños?

Como ya suponía, no me llegaba un post para explicar todas las consecuencias de una separación. Y, para dejar zanjado el tema, y que las críticas me lleguen a la vez, voy a acabar con esta cuestión.

He dejado clara, espero, mi opinión al respecto del uso y abuso que hacen las mujeres de las ventajas que les concede su sexo, a la hora de decidir poner fin a una relación. Sin embargo, hay aún un tema más espinoso.

Gestionar correctamente las emociones después de la ruptura, delante de los hijos es vital, para que estos sigan siendo felices y para no destruir su infancia.

En un principio, este era el tema que quería tocar, pero no podía hacerlo sin haber dado mi versión previa al respecto de los errores que se cometen en la separación.

Los matrimonios o parejas con hijos, al separarse no pueden romper del todo. Por mucho que les gustara no volver a verse las caras en la vida, eso es imposible. Siempre existirá ese pequeño mortal que les unirá para siempre. Comuniones, cumpleaños, fiestas del cole, todo son motivos de obligada reunión entre los progenitores. Es en esos momentos cuando hay que saber comportarse, pero también en otros.

 Los insultos hacia uno de los dos por parte del otro, delante de los hijos es uno de los tipos más crueles de maltrato psicológico que se me ocurre. 

Yo quiero a papá y también a mamá, pero si mamá piensa que papá es tan malo, quizás lo sea. Cuando paso la tarde con papá, me trata bien, me ayuda con los deberes, me compra chuches, nos reímos, me cuenta cosas de su día, yo le cuento que me he peleado con María en el recreo. Pero llego a casa, y mamá habla mal de él. Me dice que es un cabrón, que es una mala persona, que ojalá se muriera. Y yo no sé que pensar. (Valga este ejemplo para ambos padres, ya sea la madre la que critica o al revés)

Si la persona que malmete tiene el suficiente odio acumulado, y el otro no dispone de capacidad de reacción (o bien porque desconoce lo que se habla de él/ella o porque no pasa el suficiente tiempo con el pequeño), puede surgir un resquemor hacia el progenitor criticado, difícil de superar.

El problema más grave no es que acabe odiando a uno de los seres que le dio la vida, sino que ese odio se instalará en el pequeño y lo vivirá durante el resto de su vida. No confiará fácilmente en el amor, le costará establecer vínculos duraderos e intentará huir de compromisos varios. ¿Sabías lo que le estás haciendo a tu hijo? 

Espero que no tuvieras conciencia del mal que le estás generando a la mente pura y virgen que comparte tus días, que te mira embelesado mientras haces mil cosas a la vez, que se enamoró de tí sin preguntas, sólo porque le cuidabas y le querías. Pero ahora no lo haces. Tu odio te ha cegado tanto que lo estás volcando en una persona que te quiere y querrá incondicionalmente, y no ves el daño que le estás haciendo.

Y, si lo ves, este blog no es para ti. No eres buena persona y te prefiero fuera de él.

Si crees que con esto haces daño a tu ex, has acertado. Le creas el dolor más fuerte que puede sentir una persona, lo que me llama la atención es que no te lo haga a ti, ver sufrir a tu hijo. Piénsalo.

Eso no es justicia

Hace mucho tiempo que quería escribir una entrada sobre este tema, pero la verdad es que no sé como abordarlo de una manera no demasiado dura. Sé que recibiré críticas por este asunto, sobre todo de parte de mis pandoritas, por ser mujer y opinar como lo hago.

Tengo una opinión clara acerca del tema que quiero tocar, pero no sé si sabré plasmarla de la mejor manera posible. Sin embargo, en vez de darle vueltas voy a simplemente escribir, tratando de que el resultado sea lo mejor posible, a sabiendas de que probablemente no llegará con un sólo post.

Cuando dos personas deciden compartir su vida, ya sea mediante matrimonio o sólo con el inicio de la convivencia, todo está cargado de un profundo sentimiento de amor. La intención de ambos de que todo vaya bien, intentar compaginarse lo mejor que puedan y dar de sí mismo la parte menos dramática, menos celosa y menos protestona.

Empezáis un proyecto de futuro común, os compráis un piso, y decidís que es el momento de aumentar la familia. De repente ya no volvéis a ser dos, los besos en el sofá se llenan de babas y chupetes, los momentos de intimidad se usan para hablar de los avances del pequeño, las cenas se convierten en peleas por que acabe la comida que, habitualmente, o no le gusta o casualmente no le apetece. Pero sois felices. Más felices de lo que habíais sido nunca, pero más estresados también de lo que nunca os habíais encontrado.

Una vida entera depende de vosotros, una mente virgen que sólo os tiene a vosotros como referentes para crear ideas, imágenes, sentimientos, prejuicios y odios. Muchos padres y madres desconocen el poder que tienen sobre sus hijos sus comportamientos. Cuando los niños son muy pequeños parece que lo que digas o hagas en su presencia pasa desapercibido. Te equivocas. Los nenes son esponjas que absorben cada uno de los comportamientos que ven a su alrededor y tienden a repetirlos a lo largo de su vida, de manera subconsciente.

Si, por circunstancias de la vida, llega la separación de la pareja las cosas se complican muchísimo. Es una frase manida esa que dice que con las separaciones los que más sufren son los niños. Y no sólo está desgastada del uso, si no que de tanto decirla nos la hemos creído. No digo que no sea cierto, sólo que no tendría que serlo. No por aceptarla debemos hacerla parte de nosotros sin más.

Al romper con una pareja, siempre hay uno que rompe y otro que ve cómo ocurre. Puede que los dos se hayan dado cuenta de que las cosas no funcionan, pero si te fijas en casos que conoces, siempre hay uno que quiere seguir luchando y uno que se ha rendido. El luchador es el dejado.

De ahí surge el sentimiento. Puede ser de culpa, porque crees que empezaste a luchar demasiado tarde, o de odio por haber sido abandonado. La cosa es que los sentimientos no suelen ser buenos. Aquello de quedar como amigos, es muy bonito pero, suponiendo que pueda ocurrir en algún momento, jamás será en el momento de la ruptura.

Entiendo esos sentimientos, porque yo también los he sentido. Sin embargo, no por tenerlos te dedicas a odiar a todo el mundo, ni dejas que afecten al resto de personas que te siguen queriendo. O no deberías.

Sin embargo, cada día conozco a más personas que ven como ese odio se ceba, no sólo en ellos, si no en las personas más importantes de sus vidas: sus hijos.

Cuando una pareja se separa, ya sea por decisión de ella o de él, ella se queda con la casa, con una pensión por hijo y, lo que es más importante; con los niños. El padre se va del lugar que hasta entonces ha sido su hogar, tiene que buscarse un nuevo sitio para vivir (con el gasto que eso supone), pasar dinero mensual por cada uno de sus descendientes y conformarse con dos días a la semana con los pequeños, con suerte.

No digo que la ley está mal hecha, pero sí lo pienso. Soy mujer y aunque no soy madre, soy tía de dos niños que adoran a su madre, pero que también aman a su padre. Quiero a mi hermana con locura, pero no me parecería bien que mi cuñado tuviera que conformarse con las migajas de un amor paterno filial, que se mide en las horas entre las clases y la cena en casa de mamá.

Las leyes han facilitado a las mujeres el acceso a un divorcio fácil. Miles de caso de denuncias por violencia de género en falso, para lograr un juicio con divorcio rápido, una pensión casi vitalicia, una orden de alejamiento y a seguir con tu vida habiendo destrozado otra. No, lo siento, pero no me parece justo.

A día de hoy, las mujeres somos o deberíamos ser, independientes económicamente. Amar es darse de manera altruista, sin dinero, sin regalos, sin bienes materiales de por medio. Cuando llega el desamor la situación es toda la contraria. Con perdón de la palabra, parece que se trata de "crujir" al hombre en la medida de lo posible.

Si soy sincera, muchos hombres con los que he hablado han llevado mal tener que dejar su casa (que en muchos casos, han pagado sólo ellos) y tener que mantener en parte a su ex. Sin embargo, no les he oído quejarse tanto por ello como por la imposibilidad de ver a sus hijos cuando quieren. No sé lo que se siente siendo madre y jamás sabré lo que siente un padre, pero desde cualquier punto de vista, dos fines de semana al mes es insuficiente para ser totalmente partícipe de la educación de un niño.

Es fácil la demagogia de decir que los niños están mejor con las madres, pero eso ¿quién lo dice? ¿quién puede pensar que un padre no está capacitado para ejercer su labor, igual de bien o mejor que ella?

Parece ser que desde el pasado año, el poder legislativo, se está planteando facilitar la custodia compartida en casos de separaciones con hijos, pero lo cierto es que los resultados ni se ven ni se sienten. Lo que sí se siente es el dolor de un padre que no puede estar con su pequeño el día de su cumpleaños, porque no le toca; que tiene que ver en fotos el día que ganó un partido porque estaba con su madre y que tienen que gastar dinero en desplazarse a kilómetros de sus casas para abrazar a sus nenes, tan sólo unas horas.

Perdonádme Pandoritas pero no, eso no es justicia.